'El favor de la sirena', de Denis Johnson
¿Hay literatura después de la muerte? Cuando leo el último libro de Denis Johnson -una de las figuras centrales de la narrativa norteamericana del siglo XX, gracias a títulos como Hijo de Jesús y Árbol de humo- me inclino a pensar que la mejor literatura es, quizás, la póstuma. Pero no me refiero aquí al legado que queda después de la muerte de un gran escritor; hablo de esos últimos textos que salen de alguien que advierte la muerte como su estadio más próximo y plasma en ellos su último esfuerzo vital, cuando su escritura se transforma en una despedida inaplazable, íntima y genial.
El favor de la sirena reúne cinco cuentos extensos presentados al público tras la muerte del autor −a excepción del relato que da nombre al libro, que apareció en The New Yorker cuando Johnson aún vivía−. La muerte como último acto y la literatura como su parafernalia es la idea que parece sugerir el libro póstumo de Johnson, quien lanza un guiño fúnebre al lector en el cuento «Triunfo sobre tumba» −un nombre irónicamente esperanzador−: «Es evidente para usted que mientras escribo esto no he muerto. Pero puede que sí cuando lo lea».
Los personajes de estos cuentos llevan la proximidad de la muerte a cuestas, tanto la suya como la de aquellos que componen su mundo. En «El favor de la sirena», un hombre mayor evoca en desorden algunos de sus recuerdos mientras lidia con el estancamiento laboral. El cuento es un vaivén de historias que superficialmente se podrían juzgar inconexas: una cena en la que una mujer es empujada a besar el muñón de un hombre que perdió una pierna; una exesposa que llama, después de 40 años, para avisar que está a punto de morirse; un condenado a muerte que se casa desde la prisión con una mujer que cree santa pero que en realidad trabaja en «un emporio del sexo»; un pintor religioso que se suicida; y la propia historia de Whitman, el narrador, un publicista que ha cosechado un éxito mínimo y vive los días como una pasarela hacia la muerte.
Al leer a Johnson, es imposible saber, o tan siquiera suponer, hacia dónde se dirigen sus relatos, pues cada narrador es el epicentro desde donde surgen decenas de grietas que se convierten en la verdadera sustancia narrativa. Un buen ejemplo de esto es «Döpleganger/Poltergeist», el relato con el que cierra el libro. El autor juega con las teorías de conspiración sobre la muerte de Elvis y las obsesiones de un gran poeta que prefiere profanar tumbas antes que escribir. Este cuento, junto a «El Starlight de Idaho» y a «Bob el estrangulador», son piezas humorísticas en las que la angustia toma las formas del absurdo. En ellos, Johnson se inclina por examinar sus preocupaciones en torno a la muerte y la decadencia a partir de personajes excéntricos, excesivos e inadaptados. En cambio, el tono de los otros textos resulta más solemne.
Los personajes del libro se enfrentan al encierro como castigo o como redención. Desde un yonqui en rehabilitación que envía cartas ficticias a su doctor, a Satanás y al papa Juan Pablo II −no olvidemos que el humor y las situaciones absurdas son parte de las especialidades de Johnson−, hasta un grupo de adolescentes que derrocha sus días en la cárcel junto a un hombre que estranguló a su esposa. El mundo del alcohol, las drogas y la criminalidad en la línea de titanes como Carver y Foster Wallace.
Los narradores suelen ser secundarios, testigos borrosos de situaciones que los sobrepasan, sujetos rodeados por una tela de araña pegajosa que se llama muerte y que también se llama angustia. Esto es lo que sucede especialmente en «Triunfo sobre tumba» −en mi opinión el mejor logrado y el que quizás debió darle nombre al libro−, un relato sobre la muerte y la amistad que además sirve de excusa a Johnson para despedirse con sutileza de sus lectores. Johnson explora magistralmente su propio proceso de escritura, los mecanismos que rigen la creación, la literatura como una jam session: «Estás escribiendo sobre una cosa, al cabo de un momento sobre otra distinta −cosas médicas o literarias o de fantasmas−, y de repente se te mete en la página en blanco un novelista llamado Darcy Miller».
El universo que el autor crea a partir de estos cinco relatos contiene en su conjunto la extraña placidez de quien se aproxima a la muerte, y el sentimiento de angustia y soledad que envuelve a quien solo se dedica a ver a los suyos morir. Denis Johnson deja, poco a poco, palabra a palabra, el segundo bando para unirse al primero a través de su obra. Entonces, y aunque el término resulte tremendamente contradictorio, no se podría entender este libro sino como una obra prepóstuma. El fin de la vida que se anuncia a sí mismo como un canto de sirena, hermoso y letal; la literatura como un triunfo sobre la tumba. Johnson lo sabía y no quería irse sin contarlo antes.
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El favor de la sirena, Denis Johnson, Literatura Random House, 2018, 192 pp.