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'El lugar donde mueren los pájaros', de Tomás Downey

Hay libros de cuentos que se sienten como antologías. Es decir, volúmenes en los que se reúnen cuentos sueltos que no parecieran tener un hilo que los entreteja. En esos «compilados», los cuentos son piezas que se sostienen solas, no necesitan de los otros cuentos para causar un efecto en el lector. Después de su lectura, se termina con la sensación de que solamente los une el lomo del libro. El lugar donde mueren los pájaros es todo lo contrario, funciona de otra manera. En él, cada uno de los diez cuentos es individual y autónomo, pero su efecto se potencia cuando se leen en conjunto, uno tras otro. Me gusta pensar que funcionan como los perdigones de un cartucho de escopeta: el área de impacto inmediato es mayor debido al cono de expansión que abarcan todos los balines en bloque. La prueba de que este libro es uno de esos es esa herida que queda inscrita en el cerebro.

En estos cuentos de Downey, lo fantástico invade lo cotidiano, y situaciones que parecieran ordinarias se ven afectadas por algo que no termina de explicarse, y no tienen por qué hacerlo. El lector no entiende exactamente por qué está pasando lo que está pasando. Lo verdaderamente acertado de estos textos es que los mismos personajes no parecieran entender muy bien la situación que se ha venido desencadenando y de la que son parte. Eso es lo que vuelve estas narraciones una especie de pesadilla que después de su lectura ya no solo cargan los personajes del libro, sino que se deposita en los hombros del lector.

Mencionar puntualmente alguno de los cuentos solo sería una aproximación inexacta al efecto que logran al ser leídos en bloque. Por eso, lo único que se puede hacer en lugar de reseñarlos es recomendar su lectura. En mi biblioteca tengo este libro en una repisa que podría llamarse la sección de lo fantástico, o bien de la pesadilla, que no deja de ser cuando lo fantástico se inclina por el lado oscuro y muchas veces siniestro. Lo acompañan, hombro a hombro, libros de cuentos de Mariana Enriquez y Samantha Schweblin, entre otros autores contemporáneos que considero maestros en el género. 

El lugar donde mueren los pájaros, Tomás Downey, Fiordo, 2017, 128 pp.