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'Historias polaroid + O.W. (una fábula)' y 'La marea de Noirmoutier', de Luis Chaves

En el año 2000, la editorial Perro Azul publicó tres libros fundamentales en la historia de la poesía contemporánea costarricense: La mano suicida, de María Montero, Maremonstrum, de Mauricio Molina e Historias polaroid, de Luis Chaves. Los que presenciamos este acontecimiento y adquirimos los tres libros juntos dijimos, como Mark Strand, me va a encantar el siglo XXI. Era una forma de creer en algo tan abstracto como el futuro de la poesía costarricense. Estos libros y el proyecto editorial de Perro Azul –que había iniciado Carlos Aguilar un año antes con la publicación de Bitácora del iluso, de Osvaldo Sauma– fue una dosis de entusiasmo. Era una poesía fresca, distinta, desestabilizante para el panorama de la literatura costarricense en ese momento. Las ediciones de Perro Azul también proponían una estética renovadora y le daban un valor adicional a los textos. Una segunda capa, por decirlo así. Eran libros que te hacían pensar más en el rock que en la poesía. Apelaban a la juventud y a cierto desenfado. Eran necesarios. 

Veinte años después, en este 2020, ya no somos tan jóvenes. Hablo por mí, que me siento más cercano al viejo en bata y pantuflas con el que termina el poema de Strand que al veinteañero de aquella época. En este contexto, sin embargo, Historias polaroid todavía puede ser leído como una propuesta radical, inteligente y catalizadora de opiniones sobre la poesía costarricense de estos últimos veinte años. Por eso es pertinente, además de ser un gesto celebratorio, que Encino reeditara este libro (habría que reeditar también los de Montero y Molina).

Esta nueva edición de Historias polaroid, por si fuera poco, viene acompañada de una novela inédita de Chaves titulada O. W. (una fábula).

La escritura, como la vida, no suele ser un camino recto. Ni firme. Hace poco, en la presentación de este libro, Chaves marcaba distancia con el Chaves-del-año-2000 que publicó Historias polaroid. «Era otra persona». Es cierto que en libros posteriores su escritura ha tomado otros rumbos y obsesiones. Sería raro que no fuera así. Pero en el trayecto que va desde Los animales que imaginamos hasta sus poemas más recientes –que serán publicados bajo el título Fuera de la gravedad– podemos encontrar marcas que definen su escritura. A grandes rasgos, se podría mencionar la preferencia por las formas breves y fragmentarias; el uso de un lenguaje despojado y preciso; el sentido del humor alternado con una sensibilidad poética o, más bien, melancólica; la atención al detalle, el paisaje y las pequeñas cosas que terminan revelando diversas emociones. La poesía de Chaves, la de inicios de siglo y la de ahora, aunque de maneras distintas, sigue siendo una poesía joven. 

La cara de un país

Por otro lado, O. W. es un retrato de la clase media costarricense. Una novela armada con fragmentos breves, atmosféricos, a modo de viñetas, en la que se narra, digámoslo así, las antihazañas de un candidato a la presidencia en la década de los setenta. Es decir, O. W. es un personaje ingenuo, resignado, triste. «La cara de un país». La mirada del narrador, claro está, y se agradece, no es despectiva, ni complaciente, ni moralista. 

Cada capítulo de esta novela es una miniatura muy trabajada y, como sucede en otros libros de Chaves, cada uno tiene su propia autonomía. Pueden ser leídos como poemas en prosa o relatos muy breves. Al mismo tiempo, estas piezas calzan perfectamente en el cuerpo de la narración, de forma orgánica, hacen funcionar un engranaje, construyen una sintaxis. Hilvanan una secuencia de momentos. 

Hay que decir que O. W. está inspirado en el famoso político costarricense G. W. Villalobos que, entre muchas otras aventuras hilarantes, peleó en el redondel de toros de Zapote contra el luchador argentino Martín Karadagian. Sin embargo, nada de esto es mencionado en el libro. Chaves evita, a pesar de lo tentador que resulta, el compendio de anécdotas que circulan sobre el creador del emblema “G. W., el pueblo está con tú”. El político-performer de Cartago es solo un punto de referencia para construir un arquetipo del ser costarricense. Ese que lleva en su ADN la costumbre de tomar café en vaso, bajar la cabeza obediente y rascarse los sobacos en los asientos preferenciales del bus. Esta fábula más bien vendría a ser un spin-off de la biografía de G. W., que es la biografía de una sociedad. 

Siguiendo esta línea, podríamos emparentar este libro con los de otros escritores y escritoras costarricenses que han abordado de forma más o menos similar la idiosincrasia de la clase media tica. Pienso sobre todo en los primeros libros de Rodolfo Arias y en algunos textos de Carmen Naranjo.

La soledad de Óscar Miranda

Dicen los neurocientíficos que la soledad prolongada puede modificar la química del cerebro y propiciar determinados estados de ánimo. Es lo que parece sucederle al periodista deportivo Óscar Miranda durante una temporada europea en la que elige vivir solo en un apartamento a la orilla del río Loira, en Nantes.

Este hombre en la mediana edad, divorciado, introspectivo, es el protagonista de La marea de Noirmoutier. El otro libro de Chaves publicado en 2020 por Encino. 

No sabemos muy bien qué hace en Nantes el protagonista de esta novela. O, mejor dicho, sí sabemos: consulta mapas, se pasea por el puerto, entra a bares, lee fragmentos de una novela francesa, lleva un diario, mira los patos sobre el dique, escucha conversaciones ajenas y le escribe cartas a una hija. En suma, practica su extranjería. Pero ¿por qué está ahí? ¿Dedicándose a la contemplación nomás? Eso se pregunta uno en las primeras páginas, hasta que más adelante comprendemos que Óscar Miranda viajó a Nantes para cerrar un círculo. Él lo dice de otra forma: «necesitaba oxigenarme… estuve muchos años bajo el agua».

Este estado de soledad y peregrinación en una ciudad extranjera le permite a Miranda reordenar el mundo de una forma diferente, con otra lógica y con otros ritmos, dejándose llevar un poco por la extrañeza de un lugar en el que los ríos sí se devuelven. En las cartas que le escribe a su hija, Miranda comienza contando un hecho en concreto de su estadía en la ciudad bretona, pero rápidamente pierde el hilo. Mejor dicho, él se pierde en recuerdos, en divagaciones. Su escritura se vuelve meditativa.

Hay algo liviano, como etéreo, más bien sensorial, en el uso y disposición de las palabras que emplea Chaves en sus narraciones más recientes. Un estilo depurado, de artesano, que se termina de asentar en esta novela. Tienen que leerla. 

Historias polaroid + O.W. (una fábula), Luis Chaves, Encino, 2020, 85 + 47 pp.

La marea de Noirmoutier, Luis Chaves, Encino, 2017, 58 pp.