Playa Chiquita
Se quitó las chancletas y metió un dedo en el agua estancada.
¿Es en serio?, preguntó.
Treinta segundos antes vieron un perro,
un zaguate largo de pata corta,
orinar en esa misma agua.
Pero este era el único trillo
para llegar a la playa,
el paso estaba interrumpido por ese «estanque»
(el río desbordado por la hora y la lluvia caribeña);
y la verdad es que nunca habían ido a la playa juntos.
Sabían
por el sonido violento que los alcanzaba
que la marea estaba alta y picada:
estaban en medio de la jungla,
detrás de un manto de árboles,
y tan cerca de ver el mar juntos por primera vez
que ya recibían la brisa distintiva
con iones negativos.
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Fotografía de Alfred Stieglitz