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Dos poemas fuera de la gravedad

Dos poemas fuera de la gravedad

Coccinellidae

O como aquella tarde en el jardín, 
mientras se asentaban las partículas últimas del derrumbe
y parecía que pesabas –en la lengua, uno supondría–
las palabras antes de decirlas,
ya sin ira ni rencor porque nada no estaba sepultado 
por el terraplén de lo que termina, 
yo escuchaba sin hablar, no por frialdad o desapego
más bien por algo difícil de explicar,
digamos una razón o causa retráctil. 
Va un intento: callaba no por falta de palabras 
más bien me había abandonado 
el idioma entero, como el “silencio absoluto del lenguaje”. Eso. 

Retomo: hablabas entre pausas largas y yo, mudo,
veía detrás tuyo, a menos de un metro de tu espalda, 
casi a la par, una mariquita que subía y bajaba a lo largo del tallo
de una planta, tal vez una poma. Llegaba al final o a la punta, 
donde no había flor todavía, apenas un botón, y regresaba a la base, 
los puntos negros sobre alas rojas que cerradas 
parecen un microcasco de moto, subía y bajaba, recorría el tallo 
vez tras vez, una gota seca cayendo de abajo hacia arriba, la mariquita
fuera de la gravedad, resuelta, diligente 
como si hubiera perdido algo.

«No, loco, eran dragone»

El sueño está pero no 
los detalles,
apenas la sensación.

Cambio de tema, 
pienso por ejemplo:
pude preguntar
¿viste hasta dónde llega tu sombra?
pero no lo hice (1999),

También en:
el aparatito visor monocular,  
la diapositiva a contraluz:
una mañana de sol y oficinistas /
tu madre y padre / o los míos /
la arena blanca de San Andrés.

Todo sería diferente
O no.

Y además pienso: en latas 
de arvejas Del Campo
alineadas,
unas violetas sin flor.

Mirá, apareció de pronto:
esto último 
fue justamente 
lo que soñé.

__

El título del poema «No, loco, eran dragone» es un verso de La zanjita, de Juan Desiderio.

Fotografía de Lubo Minar.

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