Dos poemas de Natalia Díaz Zeledón
Multiversos
I
Decidimos cancelar el viaje.
II
Viajamos con las ventanas abiertas
como lo hacíamos siempre
el sol ardiente calentando
el Nissan modelo 89
la brisa brava
golpeándonos
la frente.
III
Llovió todos y cada uno de los días.
Repicaban las gotas sobre el mar.
En la cama estrecha se nos abría
el resentimiento, la vieja herida.
I
Dormimos dándonos la espalda.
II
Coleccionamos una a una las fotografías
que toman los turistas avezados
juntos en el muelle caminando
tomados mano a mano
la madera
crujiendo
entre pasos.
III
Fuera de la ciudad hubo rutina.
Buffet de desayuno intercontinental.
Observar en la pecera las olominas atrapadas,
buscando la salida.
I
Dominamos el arte de evitar tocarnos.
II
Regresamos a San José de noche
para cruzar vacía la autopista
manejabas frenando,
yo no estaba lista
para volver
amándonos
de la visita.
III
La conversación se adormecía.
Saltaba en el maletero el equipaje.
Tomaba tu mano de la marcha con ira
triste, pasivo agresiva.
I
Dos animales heridos y salvajes.
No nací en Guanacaste pero crecí con él
Despertás, la boca te sabe a asfalto
a la tierra podrida que sostiene la casa
antes perseguías animales en tus pesadillas
Extrañás las chicharras bajo tu almohada
calles húmedas del jugo de nances, los mangos
hilos de semillas enredándose en el lastre
la ciudad también se comió a la familia
ahora lo tuyo son los insomnios útiles
como flores en hileras de hojas de cálculo
Me decís que el miedo germina
en lo que conocemos
esté con nosotras o lo hayamos perdido.
—