Todo en Anzuelo

Cuatro miligramos

Ligereza en el cuerpo y un ataque de sentimentalismo: dos factores que crean la receta perfecta para un viaje alucinado alrededor de la capital y de la juventud.

Por Marvin Coto

Nunca me importó el fútbol

La verdad es que el fútbol nunca me importó, todo fue una excusa para charlar con Roberto Casciari. Con él no se podía hablar de política, porque era conservador; ni de mujeres, porque era tímido; ni de libros o de música, porque no lo emocionaba la cultura.

Por Hernán Casciari

Bowles y yo

Hace años puso pie en Marruecos, por primera vez, el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa. Allí, en Tánger, habló con el mítico Paul Bowles sobre la disciplina de los viajes, sobre Conrad y el mar, sobre los sonidos de la selva y del desierto.

Por Rodrigo Rey Rosa

Los cimientos

De vez en cuando leía alguna novela heredada de mi hermano, pero las calles del barrio, las tardes sudorosas con los amigos, estaban para mí antes que los libros.

Por Rodrigo Soto

Jardines de Kew

Recuerdos y conversaciones de paseantes transcurren en los hermosos jardines del suroeste de Londres. Un cuento de Virginia Woolf, en traducción recién salida del horno del chileno Antonio Ado.

Por Virginia Woolf

Duncan

Joseph Beuys explicó, legendariamente, el arte a una liebre muerta. Pero ¿cómo explicar la tristeza a un conejo vivo?

Por Marvin Coto

Palabras

Lenin y Maiakovski corren en paralelo, pero a diferentes velocidades: uno calla, otro muere; uno hace, otro espera. Dos retratos en espejos convexos. 

Por Martín Kohan

Sobrenatural

¿Te molesta?, me pregunta. Digo que no. En seguida pienso en correr la pierna pero no quiero ser descortés y me quedo inmóvil en esa posición.

Por Natalia López

Diario

En agosto de 1930, Felisberto Hernández comenzó a hacer estas anotaciones al encontrarse «un cuaderno muy lindo». Aquí presentamos algunos fragmentos de ese diario, en el que se cuestiona sobre la espontaneidad del estilo y la impostura de la escritura.

Por Felisberto Hernández

Al puto

Una carta a un puto, una serenata cafiola, un cuento que pondrá a muchos a decir, como George Costanza, «I think it moved». 

Por David Ulloa