'Mitos de familia', de Thomas Bornemisza
Desde 2014, el escritor Thomas Bornemisza publicó los cuentos Callejones de la conciencia, posteriormente su primera novela Tu mirada está llena de Saudade, en donde ha demostrado no solo su precoz espíritu creador y literario, sino la capacidad de producir calidad desde tempranas edades. Sin embargo, este 2022, Bornemisza nos sorprende con su nueva novela Mitos de familia, la cual engloba su trayectoria hasta el momento y demuestra una metanoia sobre lo que ha sido de su prosa.
Una vez leído el título de la novela y luego de ojear los primeros dos párrafos, el lector se percata de un estilo propio de escritura: pulido, pero no artificial. Una voz que narra acontecimientos escalofriantes y crudos, los cuales—por algún motivo— en algunos momentos causan sonrisas o identificaciones de una manera original y digerible. El manuscrito, en general, se caracteriza por una escritura fragmentaria, un texto ahogado en puntos, que nos sugieren un carácter de urgencia sobre lo que se está relatando, sobre lo que se está contando, como si un golpe de adrenalina catalizara cada palabra.
Al respecto, como no ocurre en muchos textos y en especial en escritos contemporáneos, el título es fundamental para comprender el libro, ya que sienta un leitmotiv encargado de, si el lector es suficientemente perspicaz, unir y relacionar cada uno de los once capítulos que forman parte de la obra, los cuales si son leídos al descuido parecen no estar relacionados. No obstante, entre cada uno de ellos existe un fino hilo conductor forjado a partir de mitos familiares que han sentado los cimientos de la sociedad contemporánea.
Ahora bien, una de las características más importantes del texto es su abundancia en implicaciones y construcciones metafóricas que deben ser descifradas; por lo cual, es imposible tratar de entender el concepto de Mitos de familia desde la literalidad. El lector tiene la obligación de hacerlo desde una perspectiva retórica y figurativa: permitir que el concepto de familia permeé el espectro social, político, religioso, económicos y todas las esferas que estructuran una convivencia.
En este punto, no se debe caer en el error de pensar que el libro es una congratulación hacia lo bien que está actuando la sociedad contemporánea: el texto no es una palmadita en el hombro, pues posiciona al lector frente a un escatológico llamado de atención. Se le enfrenta a una voz narrativa que carece del temor de restregar en la cara—desde una perspectiva sumamente elegante, pulida y metafórica—sus verdades. Una voz que no teme exponer nuestros vicios, abusos, petulancia y egoísmo.
La obra expone la mayoría de las esferas sociales, sino pensar en la violencia sexual de la que son víctimas miles de mujeres día a día y en cómo terminan siendo culpabilizadas por alzar su voz: “Con su mano izquierda, la abuela trata de quitarle la protección a su nieta. Con la derecha le arremete fajazos. Grita que es una desalmada por inventar mentiras sobre su padre. Su hermana está llorando”.
O cuestionar, también, el discurso religioso cuya interpretación literal, mezquina y, especialmente, antojadiza ha generado tantísimo odio y violencia: “Tres veces escuchó Pedro a un gallo y las tres veces, negó a Jesús. De él aprendemos que a la tercera se debe ceder”. En relación con ello, vale la pena acotar la escritura fresca, característica del autor, que contrastan con la seriedad y cataclismo causado por el sufrimiento de los personajes. Esa peculiar desfachatez que permiten relajar la tensión del texto: “él no recuerda haber cagado nunca mientras Cristo lo juzga desde su cruz”. Así también, se expone al lector a diversas distopías que evidencian de manera cruda pero metafórica la impiedad del capitalismo: clases sociales igualadas a plantas, que serán catadas cuando den frutos.
De igual modo, no se guardan miramientos en atacar el mito más tierno, inmaculado e intocable de la sociedad contemporánea: el amor maternal. En hijo de una madre cristiana se nos presenta una afirmación inexorable que habla por sí misma: “Y eso del amor incondicional es pura mierda. El amor se aprende y con él… Sigo orando porque Dios me enseñe a amarlo”, todo esto bajo una dura crítica sobre la exclusión e hipocresía de las clases sociales. Sobre ello, no se profundizará más, ya que el propio texto cierra con un “Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh” que hace testigo y cómplice a todo quien lo lea.
En síntesis, esta colección de cuentos es un llamado no a sentir repugnancia contra la vida que hemos construido actualmente, sino para autoanalizar las acciones que realizamos día a día. Verificar si habitamos o no entre fantasías que “nos contamos para aliviar la carga del presente”. El texto, de manera constante, dirige nuestra atención hacia el concepto del biopoder propuesto por Foucault, ya que normalmente el ser humano se encuentra socializado bajo tantas estructuras de poder que su comportamiento racional, irónicamente, se vuelve irracional y primitivo.
A raíz de ello, la prosa nos implora y exige una racionalización sobre la manera en la se actúa con la familia, entendida como una gran sinécdoque de la sociedad. En este sentido, más que una imprecación, se consolida como una exhortación para que cada persona que se acerque al texto asuma sus responsabilidades y construya una familia mejor.
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Mitos de familia, Thomas Bornemisza. Uruk Editores. 2022, 162 pp.
Thomas Bornemisza es graduado en Filología Española de la Universidad de Costa Rica. En el 2013, publicó una colección de cuentos titulada Historias para despertar: Callejones de la conciencia; en el 2014 una novela, Tu mirada está llena de saudade; y en el 2022 un conjunto de relatos bajo el nombre Mitos de familia. Ha sido publicado en revistas y antologías en Costa Rica, México y España. Durante varios años fue el director de Revista MacGuffin, una revista de sátira, literatura y cultura urbana.