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Este poema lo escribí sacudiendo granitos de arena de entre las páginas de mi libreta

Este poema lo escribí sacudiendo granitos de arena de entre las páginas de mi libreta

Alguna vez escuché a un poeta decir
que en el fondo el sonido del mar
era lo más idéntico al llanto
de un recién nacido—

La madre se despega al niño de la teta
y lo pone en mis brazos rogando relevo.
Yo salgo por la puerta sucio de tiempo,
según la canción.

El niño me llora todo el trayecto
hasta la costa. Le enseño: este es el mar,
ahora duerme. Estas las piedras

con las que en otra vida hubiera llenado mis bolsillos
para entrar al agua y caminar hacia el horizonte.
Ese el horizonte.

Pero el niño no se duerme, y yo regreso a la casa
convencido de que estaría mejor con otro papá.
O con los perros ladrándole a las olas.
O con los caracoles.

Al día siguiente encuentro uno pequeñito
en el zapato. Cuando piso, me duele.

Cinco poemas de Byron Salas

Conductores borrachos

© Samoa,