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La máquina sigue sonando

La máquina sigue sonando

No oculten los fragmentos. Es todo lo que nos queda. 

Diario de Nathan Adler


Déjenme hablarles de mi refugio.

Primer flashback. Tenía 14 años cuando me topé la novela Hannibal de Thomas Harris en su versión en español en una librería. Era una edición de tapa dura negra con acabados aterciopelados en rojo. Las palabras Hannibal y Thomas Harris aparecían en dorado. En la portada se encontraba una representación del biscione, un cargo heráldico de una serpiente ingiriendo o expulsando a un hombre. Símbolo de muerte o renacimiento. Este símbolo histórico de la ciudad de Milán, me entero ahora, se asocia al escudo de la familia Visconti y a su ducado, en referencia al pasado “noble” de Lecter en las novelas. El símbolo me resultó llamativo, ha sido utilizado también por Alfa-Romeo y otras compañías con origen en Milán. El biscione remite al canibalismo y la monstruosidad de los personajes de las novelas de Harris (y a las de tener carros deportivos). Es en la contraportada de esta edición que aparece una cita de Stephen King: “Hannibal es el Conde Drácula de la era de los ordenadores y los teléfonos móviles”. Esto es para mí.  Un primo me recordó años después que llegué con ese librote a varias reuniones familiares; me sentaba a leer. Fue un regalo de Navidad.

Segundo flashback. Salí del colegio. Creo que tengo 17 años, el cabello largo y me pinto las uñas de negro; estoy bajando por torrents (creo que Ares o Limewire) discografías enteras de Bauhaus, Love & Rockets, Kraftwerk, Throbbing Gristle, Psychic TV, Young Gods, Klick Klick, etc. Internet ha abierto las compuertas a música oscura e industrial que encuentro completamente ajena, violenta, sexy, que me confunde en términos de su producción; todo me fascina. Enciende. Es una máquina, es alienígena, es vampira. No tiene género.

Me intereso por Peter Murphy, por Daniel Ash. Llamémosle despertar sexual. Ash se parece al Sandman de Neil Gaiman. Para alguien que escuchaba en su adolescencia los fines de semana los discos de éxitos de los Carpenters de mi mamá, música clásica y Enya, la música industrial supone una suerte de revolución a nivel atómico. Esta es música para decirle al mundo que se vaya a la mierda. Cindy Lee en una entrevista le llama fuck you dad music

Nunca tuve interés particular en los videos musicales, lo que me llegaba era por mis primos, que eran aficionados a MTV y Telehit y lo tenían siempre puesto en su casa. Recuerdo haber visto con ellos los videos de “Matador” de Los Fabulosos Cadillacs y “Losing My Religion” de R.E.M cuando era niño. “Disposable Teens” de Marilyn Manson, “Salvation” de Cranberries y “Closer” de Nine Inch Nails llegaron después. Imágenes religiosas, sangre, adicción. La razón por la que aún los tengo  en mente es porque todos me asustaron. Nunca logré superar el vampirismo.

Años después, en la universidad, veo a Felipe Granados leyendo de Soundtrack en el auditorio de la Facultad de Letras, en especial su poema “Pretty Hate Machine”. Hay algo que me impresiona de ver a Felipe en persona, aún no sé qué es. Desde estos poemas que percibo como poesía puteada es que registro al grupo por primera vez aparte del video de Closer. Escucho el disco apenas llego del recital.

Los vecinos / han vuelto a recordarle / que baje el volumen / de la radio / que no pueden dormir, / que ellos trabajan, / que no soporta / el ruido de su máquina cuando escribe. / No puede pedirles que se callen. / No puede pedirles que no trabajen. / Les pide entonces / que se larguen / de una vez por todas / a la mierda, / con gran escándalo de la señora / que lo deja reptar / en esa casa. / Esa casa que padece tantos vecinos. / La máquina sigue sonando como una certera / metralleta / y es una hermosa máquina de odio.

Pienso aún mucho en que la poesía de Felipe es como atestiguar una herida abierta. Hay mucha ira y hay gran sensibilidad. Sentimientos grandes dan pie a resentimientos grandes. Muchos los comparto. Sus metáforas sobre tigres y caballos y balazos no me dejan del todo. Tiendo todavía a sentir cercana esa sensación de animal herido con respecto al mundo, la reconozco en mí al menos. Quizá era eso lo que me impresionó de él cuando lo vi por primera vez en el auditorio. De nuevo, no sé qué es.

Felipe no solo es el primer poeta costarricense, en ese momento, en el que encuentro algo parecido a un reconocimiento en otro, también es el primero que leo que parece escribir como si escribir no importara o si fuera tan solo un ejercicio para algo más, y a la vez, escribir es la tarea más esencial y necesaria. No hay ego, se escribe porque no queda de otra.

Pero regresemos a Closer (1994). El videoclip de la canción fue dirigido por Mark Romanek el mismo año. Este se inspiró en textos como la película Street of Crocodiles (1986) de los hermanos Quay, y Figure with meat (1954) de Francis Bacon. Se grabó en el Linda Vista Community Hospital en Los Angeles, en ese momento en estado de abandono, por lo que el video parece desarrollarse en un ala abandonada de una fábrica o morgue. Presenta elementos como baldosas, retretes sucios, máquinas abandonadas o adheridas a órganos o seres vivos, trozos de carne, cadenas, peepholes, voyeurismo, indumentaria fetichista, máscaras de S&M, ball gags, trajes ejecutivos, una cabeza de cerdo, camillas, figuras anatómicas, etc. 

No dejo de encontrar interesante que la canción se haya convertido en una especie de himno al sexo. Según Martin Huxley en Nine Nine Inch Nails: Self-destruct esta es una interpretación que el mismo Trent Reznor, líder, compositor, fundador y vocalista de NIN, parece lamentar. La canción, mencionan en Banter Banner, trata del deseo obsesivo humano. De hecho, aunque se conoce popularmente como “Closer” el título de la canción también aparece como single con el nombre “Closer to God”.

La letra apunta a un deseo profundo, quizás desesperado, de conexión e intimidad, sobre todo espiritual, aunque se encuentra poblada de imágenes carnales y provocadoras. El video musical ciertamente contribuyó a una interpretación más física y kinky.

Para mí la canción es sobre la falta, sobre cómo añoramos profundamente formar parte de algo más grande que nosotres mismes o cómo la cultura nos puede fallar terriblemente ante esa ansia de conexión y expresión. “Closer” da cuenta de un hambre muy real, el álbum The Downward Spiral (1994) también. La verdadera serpiente que nos devora, el biscione. Reznor: “La idea detrás del álbum es la de alguien que se despoja de todo lo que lo rodea hasta convertirlo en una nada potencial, pero a través de su carrera, religión, relación, creencias, etc.”. 

La adicción es un síntoma. Podríamos tirarle metáforas a la carencia para ver qué se le queda pegado. ¿Es nuestra separación esencial con el mundo la cuna de toda obsesión? ¿Es la caída original?

Banter Banner:

“Closer” encapsula el aburrimiento y la autodestrucción, pero en el fondo, se trata del caos de buscar la plenitud en otra persona. Cuando removés las capas de sonido industrial y frases explícitas, te quedás con la frágil condición humana, la verdadera línea lírica de Reznor. La canción nos invita a una danza íntima con nuestras propias sombras. Reznor no solo quiere hablar de sentimientos; quiere usarlos para llevarnos a una confrontación central, incómoda, pero en última instancia reveladora, con nosotros mismos.


Reznor confiesa que el videoclip mejoró la canción para él, pero admitió haberla pasado muy mal en el rodaje. Al parecer el uso de la cabeza de cerdo creó un olor bastante desagradable que afectó la producción. Además, debido a que en el video Reznor aparece suspendido en el aire y girando, vomitó en la grabación. En todo caso, “Closer” pasó a formar parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de la ciudad de Nueva York y catapultó a Nine Inch Nails al mainstream

Ya no ponen el video de “Closer” tanto como antes en Área City. Área es uno de esos lugares efímeros donde empiezo a conocer a personas con intereses similares, a bailar con ellas toda la noche, a besarlas. Algunas siguen aquí y otras ya no están, canta Pet Shop Boys desde un parlante reventado en la luz negra.

El ritmo de batería inicial de “Closer” es un sample bastante modificado de “Nightclubbing” de Iggy Pop, escrita por él y David Bowie. La canción se encuentra en el primer disco como solista de Iggy, The Idiot (1977) que fue producido por David Bowie y grabado en el Château d'Hérouville en Francia. El álbum surgió tras la disolución de la banda The Stooges en 1974 y un período marcado por uso de drogas tanto para Iggy como para Bowie, según declaran ellos. En parte por esto ambos decidieron mudarse a Europa con el objetivo de dejar de consumir. En entrevistas Bowie habla de la necesidad de cambiar de espacio y de tiempo. 

Reznor ha anotado que sampleó una variedad de tambores para “Closer” para crear un ambiente retro de disco en decadencia “tan malo que es bueno”. Parece querer recrear una versión ochentera sónica del bajonazo del final de la noche que experimentaron Bowie e Iggy en los clubes de Berlín y Francia a finales de los setenta. 

Bowie es un referente enorme para Reznor, y terminarían lanzando una gira conjunta en los noventa. Bowie lanza sus discos más industriales y cercanos a la electronica en esta época: Outside (1995) y Earthling (1997). Encuentro estos discos, junto con Buddha of Suburbia (1993), como uno de los periodos musicales más interesantes (y, para mí, personales) del artista. Este representa un momento marcado por una actitud de apertura y experimentación. Se nota en la música. Outside no es el trabajo más popular, pero es muy loco. Es poco conocido que Buddha of Suburbia es el disco favorito del propio Bowie.

Hacia el final de 1994 Q Magazine prepara su edición número 100. Le solicitan a Bowie una contribución. Le piden que lleve un diario por 10 días y que les envíe sus entradas. Él piensa que un diario sería “increíblemente aburrido”, por lo que opta por enviar entradas del diario de un detective, Nathan Adler. Q las publica con la siguiente advertencia: “Ha escrito una historia breve y extraña, cuyos fragmentos pueden o no ser autobiográficos. Las ilustraciones/retratos por computadora también son suyos”.

El Diario de Nathan Adler, o el Asesinato Ritual Artístico de Baby Grace, que Bowie reimprimió en el libreto del CD de Outside, se convirtió en la “trama” del disco epónimo, el punto de intersección entre sus personajes y las canciones que los alimentaban. Bowie había creado nombres, voces y posibles motivos, y en el diario organizó a los personajes dentro de una narrativa. El título completo de Outside es 1. Outside: The Nathan Adler Diaries: A Hyper-cycle. Fue grabado durante 1994 y 1995. Outside, influida por la serie de televisión Twin Peaks, se desarrolla en la ficticia Oxford Town, Nueva Jersey, y sigue al detective Nathan Adler mientras investiga el asesinato de una niña de 14 años, Baby Grace. Musicalmente, el álbum abarca géneros como art rock, rock industrial, jazz, electrónica y ambient.

Aunque se planearon varias secuelas para continuar la historia, estas nunca se concretaron, la historia queda inconclusa, al igual que Twin Peaks. Bowie concibió una trilogía, pero terminó aprovechando algunas ideas musicales de este proyecto y de la gira para su siguiente álbum, Earthling (1997) que resulta mucho más frenético. Este disco tiene más elementos de electrónica y Drum & Bass y transmite ese exceso acelerado de los noventa. Al igual que en sus discos anteriores Bowie continúa explorando temas de alienación y espiritualidad.

Bowie: “Soy un alcohólico. Sería un beso de la muerte comenzar a beber otra vez. Mis relaciones con mis amigos y familia, con toda la gente a mi alrededor se encuentran tan bien y se han mantenido así por tantos años que no haría nada que las destruyera otra vez… sabes, es muy difícil sostener relaciones cuando consumís drogas y bebés. En lo personal, en mi caso, te volvés cerrado, poco receptivo, insensible…” menciona el cantante en 1999 en una entrevista con Jeremy Paxman.

Reznor se encontraba en su pico más autodestructivo durante la gira de The Downward Spiral. El cantante reveló en algún momento que Bowie lo ayudó en su proceso de sobriedad cuando ambos salieron de gira en los años 90. Fue en ese contexto que vio al Bowie sobrio, que “estaba del otro lado”.

Reznor:

Unos años después, Bowie pasó por Los Ángeles. Yo llevaba bastante tiempo sobrio. Quería agradecerle por la forma en que me ayudó. Y de mala gana fui al backstage, sintiéndome raro y avergonzado, como diciendo: "Oye, soy el tipo que vomitó en la alfombra". Y otra vez, me recibió con calidez, gracia y amor. Y comencé a decir: "Oye, escucha, he estado limpio durante...". Creo que ni siquiera terminé la frase; me dio un gran abrazo. Y él dijo: "Lo sabía. Sabía que harías eso. Sabía que saldrías de eso". Se me pone la piel de gallina ahora mismo sólo de pensarlo. Fue otro momento muy importante en mi vida.

Lucho internamente con algunas de las menciones a la adicción. No quiero estigmatizar el uso de sustancias, de sexo o cualquier otra de las manifestaciones “más respetables” de la adicción. Todo en la sociedad es droga. 

Tampoco me interesa celebrar el consumo ni hablar de su encanto. Resulta más o menos inevitable al hablar de personalidades del pop, de periodismo musical, de procesos creativos, de romanticismo. Quizá igual lo hago. Miro mi laberinto quieto. No sé si podemos escapar del ciclo de lo que Paul Preciado llama la “satisfacción frustrante”. Este circuito de excitación-frustración-excitación en el que de múltiples formas no dejamos de ser sometides.

Después de todo, las drogas pueden ser varias cosas a la vez. No todo es sobre algo. Adicción o ritual, liberación o resistencia, autenticidad o performance. No podemos escapar de esta gran era farmacopornográfica, pero podemos abrazarnos.


Y los chicos que éramos: una nación alienígena en terapia

Tercer flashback. Estoy en cuarto grado. Me ha costado mucho hacer amistades en la escuela en la que estoy ahora en San José. Yo entenderé muchos años después que mi dificultad de socializar y mi ansiedad probablemente van de la mano con la muerte mi mejor amigo cuando era niño. Un vacío que no logré reconocer. Pero conozco a D, es un chico como yo con una imaginación hiperactiva: pasamos hablando de series, videojuegos, dibujando historias y cómics sobre pollitos que son agentes secretos, tienen aventuras. Le llamamos los Pollita Files. Años después a D lo diagnostican con esquizofrenia. D está bien. También tengo mi diagnóstico. Hablamos de los Pollita Files todavía.

Unos meses después de publicar el Diario de Nathan Adler, del que salió “Outside”, la revista Q le vuelve a pedir a Bowie que contribuya con otro artículo. Esta vez, la tarea era que Bowie entrevistara al músico Tricky. Bowie presenta otra auto-ficción.

“You Don’t Wanna Be Painting Your Face Like That…” Or, The Beautiful, It Won’t Rap, She Won’t Dance, Very Tricky Piece es una narración (si no fuera por las fotos, nunca supondríamos que Bowie y Tricky realmente se conocieron) y secuela del Diario de Nathan Adler. Bowie elige a Tricky para interpretar a Leon Blank y él mismo interpreta a un Adler británico.

El tema comienza con una oda a la cantante Martina Topley-Bird, colaboradora y pareja de Tricky en ese momento (“Tú, Martina, me cantaste, bajo el césped”). Adler busca a Tricky y ronda por los “bares bajos de Bristol”, donde le dicen que Tricky se fue a Estados Unidos, aunque “la chica urraca lo había visto el jueves pasado, entrando y saliendo de las sombras junto al muelle, dibujando líneas negras en sus propios carteles… era conocido que el fantasma se movía como en un grupo de uno”. Así que Nathan se pone en marcha, tras la pista de Adrian Thaws (Tricky).

Nathan Adler finalmente encuentra a su hombre. Suben a un edificio de 97 pisos. Conversan en su ascenso, mientras asustan a las señoras de la limpieza. Hablan de “la guerra”, de los “inquietantes años 90”, de los peligros de volver a ser joven. Entonces Tricky le da una patada al detective en el brazo y este cae a su muerte. Diario de Adler: “Este álbum se acabó. Fue la mejor de las campanadas. Era el coche fúnebre de las campanadas. Aquí viene el caballo para arrastrarme a la cama. Aquí viene el Tricky para joderme la cabeza”.

“Nathan Adler” apareció por primera vez en Q 100, en enero de 1995 y se convirtió en las notas del álbum Outside; “You Don’t Wanna Be Painting…” estuvo en Q 109, en octubre de 1995.

Algo que me gusta en particular del docu-collage Moonage Daydream (2022) es la mención a Terry Burns. Una parte crucial de la carrera y del desarrollo de las ideas artísticas de Bowie fue su medio hermano, Terry Burns, quien era diez años mayor que el cantante. Bowie le atribuye a Terry haberlo introducido al jazz moderno, el budismo, a la poesía beat de William S. Burroughs y al ocultismo. Bowie: “la mejor educación que podría haber recibido. Me presentó las cosas de las afueras”, dijo, y agregó: “Vi la magia y me contagié de su entusiasmo por ello. Y en cierto modo quería ser como él”.

En el videoclip de la canción “Jump They Say”, Bowie interpreta a un hombre de negocios paranoico, que escapa de una multitud de hombres en traje entero, estos parecen realizar experimentos en él y lo observan perturbado. Es un homenaje a La Jetée (1962) de Chris Marker. El videoclip fue dirigido por Mark Romanek en el 93. Fue de los que vi en algún momento en MTV con mis primos. El video finaliza con Bowie saltando de un edificio.

A mediados de la década de 1970, Burns dejó de tomar su medicación y su estado mental se deterioró. Poco después fue readmitido en un hospital psiquiátrico del sur de Londres, donde pasaría el resto de su vida. La última vez que Bowie vio a Burns fue en 1981. Burns se quitó la vida en 1985 tras escapar del hospital psiquiátrico Cane Hill. The Bewlay Brothers está inspirada en él, la canción “Jump They Say”, también. 

Puede que estemos en pedazos, pero no le digamos así. Digamos que somos espejos rotos. Llamémonos bola de disco. ¿No suena mejor? Que nos juntamos para algo más. Para bailar, para perdernos, para sudar, para unirnos con el aire y el polvo y con otros cuerpos, para dibujar, para hacer historias. Lo único que realmente se quiebra es la luz que reflejamos, la luz que apuntás hacia alguien más. Pero a ese centro no le llegará luz. A ese centro nada puede explicarlo ni romperlo. ¿Será que tengo el corazón roto? Yo digo que todo significa que contenés multitudes. No hay interpretación que te sostenga como te puede sostener alguien más. 

Último flashback. Alex está bajando pipas en La Guinea, Guanacaste. Las vende y se gana algo extra. Acá la gente le da comida, pero hay algo hermoso en sentirse útil, en contribuir. Alex se sube a las palmeras a puro agarre y da machetazos al aire, las pipas caen y él las recoge diligentemente después de bajar. Luego las vende o las regala, eso no importa en última instancia. Una tarde pierde su agarre y su machete da contra un cable de alta tensión. No corta electricidad. Alex cae. Es su última palmera. Yo vivo ya en San José, nunca me entero, pasan años, pero siento que algo me falta.


Una playlist de Spotify con canciones alusivas al texto puede ser escuchada en este enlace.

A partir de dos películas

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