Secciones


Autores

Love wins?

Love wins?

De todos los sentidos, es el oído el que nunca descansa, nunca deja de cumplir su función. La literatura (el arte en general, si me apuran), en sus mejores momentos, es igual a ese sentido. O debería de serlo, o aspirar a eso. Más al oído que a la vista porque la vista se apaga un tercio de la vida, no es posible que la vista cumpla su función 24/7. El oído siempre está alerta, durmamos o no. Oír es un acto pasivo, se le dice también escuchar (con un matiz leve pero fundamental): oír es atender a lo otro, al otro. Oír no es hablar, acto que desemboca casi inmediatamente en dar consejos, levantar el dedito, moralizar (ojo, separo aquí texto crítico de literatura).

Empiezo así para hablar de dos poemarios cortos editados en 2024 por, insisto, uno de los sellos independientes más activos y arriesgados de nuestro medio, el sello Feliz Feliz: 69 citas Tinder, de Melina Valdelomar, e Irme de todos los lugares, de David Ulloa. Ambos, a mi parecer, son libros cimentados en la escucha, sobre todo en oír lo que dice el entorno (read the room, modafoca) y lo que dice esa voz muda que viene de adentro. Mejor dicho, libros que aguzan el oído a eso que tratamos siempre de no oír.

En 69 citas Tinder, Valdelomar, con una mezcla de epigramas, apotegmas y poemas cortos, ya desde el guiño del título, ríe para no llorar, que en literatura es la vía digna. “¿Qué se busca ahí?” sería, en mi opinión, la interrogante que cubre el poemario como un domo de cristal. Con una voz directa sin tiempo para los rodeos, bien plantada desde su lugar de mujer en el casino virtual de relaciones, consciente de usar nombres nuevos para los fallidos de siempre, entre pregunta y pregunta se siente algo parecido a aquello de que lo malo de buscar trabajo es que puede que lo encuentre.

Ulloa divide Irme de todos los lugares en cuatro secciones, “Celestino”, “Fortunato”, “Héctor” y “Reinaldo” (el poemario abre con un epígrafe del enorme escritor cubano Reinaldo Arenas). El recorrido se arma en viñetas alrededor de ser gay en esta sociedad, la infancia, adolescencia y vida adulta, y especial énfasis en un futuro (que esperamos muy, muy, muy lejano) de imposibilidad de una vejez acompañado. Si se resumiera brutalmente, un testimonio de la otredad. Pero, como pariente honorario de Richard Siken, nada de esto desde la tribuna lacrimógena sino desde lo que el inglés dice mejor, matter of factness. Sin la ordinariez de lo explícito, todo lo contrario, Ulloa no ignora, como nos gusta a los ticos, la presencia del elemento material de la vida; a ver, tiene un nombre: materialismo histórico. Es como si debajo de todo el poemario yace la certeza de que nos la habían clavado hasta adentro desde los acuerdos de Bretton Woods.

Celebro estos dos libros porque siento en ellos una desconfianza, por no decir rechazo, a eslóganes del tipo "love wins", frases conservadoras que no son otra cosa que lo que en traducción se denominan falsos amigos.


Las bizarrías de Larissa

Crack

© Samoa,