Todo en Anzuelo

Mujercita Redux

Esta es la historia de un matrimonio feliz, pero antes de que eches la pota y pases la página deja que te diga que termina con mi cara aplastada contra el frío metal del capó de un Volvo, mis manos esposadas a mi espalda y mis derechos zumbando en mis oídos.

Por Kevin Barry

La entreplanta

A la una casi en punto entré al vestíbulo del edifcio en el que trabajaba y giré hacia las escaleras mecánicas, llevaba en una mano un libro de bolsillo de Penguin y una bolsita blanca de una droguería de la cadena CVS con la factura grapada en la parte superior.

Por Nicholson Baker

De todas formas

Kathy, y por Kathy me refiero a mí misma, iba a casarse. Kathy, y por Kathy me refiero a mí misma, acababa de desembarcar de un avión procedente de Nueva York.

Por Olivia Laing

El mal del tiempo libre

Porque así, inmóvil y puesta a contemplar su paisaje interior, le ha llegado de pronto la sensación recalcitrante de haber desperdiciado una vida, la certeza de que, lejos de la oficina, ya no es nadie.

Por Vivian Abenshushan

Un velatorio

Tiene una escalera de hijos, Bentos. Una escalera a la que le faltan algunos escalones. Porque es raro el año que él no cristiane un hijo y entierre otro.

Por Juan José Morosoli

Casa

Era evidente que los dos éramos recién llegados a esa circunstancia, novatos en el protocolo de la corte migratoria, primerizos en el ejercicio raro de traducir una historia y reducirla al espacio en blanco entre las preguntas del cuestionario.

Por Valeria Luiselli

Cuatro miligramos

Ligereza en el cuerpo y un ataque de sentimentalismo: dos factores que crean la receta perfecta para un viaje alucinado alrededor de la capital y de la juventud.

Por Marvin Coto

Nunca me importó el fútbol

La verdad es que el fútbol nunca me importó, todo fue una excusa para charlar con Roberto Casciari. Con él no se podía hablar de política, porque era conservador; ni de mujeres, porque era tímido; ni de libros o de música, porque no lo emocionaba la cultura.

Por Hernán Casciari

Bowles y yo

Hace años puso pie en Marruecos, por primera vez, el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa. Allí, en Tánger, habló con el mítico Paul Bowles sobre la disciplina de los viajes, sobre Conrad y el mar, sobre los sonidos de la selva y del desierto.

Por Rodrigo Rey Rosa